Yo corrí desesperado, sentí el ardor de una herida abierta; estaba el ángel ahí tirado y en sus ojos habló la tristeza. No me mires así, Dios me ha hecho para caer. Y no sientas pena por mí, tal vez vivir cueste el pecado. Y si todo lo soñado no vive en la realidad, es el ángel que te cuida el que ves caído acá.